Horimiya, una historia de atracción de los opuestos, de ver más allá de la superficie y de enamorarse sabiendo que el amor es una fuerza dinámica, es uno de los romances más destacados de la última década, que aporta tanto realismo como humor a los adolescentes que intentan superar su primera relación. La historia de amor de Hori Kyoko y Miyamura Izumi ha cautivado los corazones durante más de diez años, culminando en el final de la serie y en una adaptación al anime en 2021 que fue votada como Mejor Romance en los Premios Crunchyroll 2022.
Sin embargo, ¿es esta relación realmente tan pura como parece? Por muy asombrosos que parezcan estos novios de instituto en un primer momento, su relación dista mucho de ser un “felices para siempre”, e incluso podría considerarse que roza la línea de lo insano y lo abusivo.

A primera vista, la relación de Hori y Miyamura es ideal, ya que ambos se animan a ser fieles a sí mismos y se ofrecen apoyo mientras se acercan y desarrollan sentimientos románticos. Funcionan tan bien porque nunca son estáticos: tienen que crecer para gustarse el uno al otro y luego seguir creciendo hasta que ese sentimiento se convierta en amor. Además, la serie continúa mucho más allá de la confesión de amor, mientras que otras parejas de otras series se pasan todo el tiempo construyendo ese momento y dejan al público sin saber cómo actuarán una vez que se revelen sus sentimientos.
Sin embargo, aunque los dos actúan con bastante normalidad a medida que se van gustando, una vez iniciada la relación -y un poco antes, en el caso de Hori- ambos desarrollan inquietantes comportamientos posesivos. Miyamura está locamente celoso de su vecina, una chica más joven que está enamorada de Hori, y llega a gritarle en los pasillos mientras le arrebata a Hori. Hori también se dedica a gritar a la gente que se interesa por Miyamura, incluso antes de que sean pareja, reclamándolo como suyo.
Cuando los dos hacen oficial su noviazgo y los estudiantes hablan mal de Hori y Miyamura a sus espaldas, Miyamura se siente comprensiblemente molesto por ello y limpia su aspecto, lo que provoca un repentino interés por parte del alumnado femenino. Hori no grita a nadie que mire a su novio, pero opta por dejarle una marca de mordisco no consentida en la nuca para que no vuelva a cortarse el pelo y gane más atención, una acción que le deja molesto y confuso.
Otro aspecto preocupante de su relación es el abuso físico. Los amigos de Hori se dan cuenta de que golpea a Miyamura con bastante frecuencia, y sin embargo esto se excusa una y otra vez. El propio Miyamura siempre excusa que Hori le pegue con los libros de texto, hasta el punto de que la conversación girará en torno a él asegurando que le sigue gustando aunque se ponga así de violento.
En el extremo opuesto del espectro, Hori disfruta mezclando algo de violencia en su relación física, y Miyamura le sigue la corriente a pesar de sentirse sumamente incómodo al pretender golpear a su novia y mandarla. Su incapacidad para defenderse, tanto al fingir ser maltratado como al ser él mismo maltratado, es preocupante y lleva a preguntarse cómo se defendería Miyamura en otras situaciones. Miyamura siente que le debe tanto su viaje personal a Hori que está dispuesto a ignorar muchos de sus defectos, incluso cuando una conversación sincera sería lo mejor para ambos.

Dicho esto, la naturaleza siempre cambiante de la relación de Hori y Miyamura sigue siendo su gracia salvadora. Los dos nunca están en una posición estática en su relación y ellos mismos lo entienden. Miyamura es capaz de admitir que todavía no sabe mucho sobre Hori a pesar de amarla, y quiere seguir aprendiendo. Los dos incluso acuerdan casarse después de la graduación con la plena aceptación de que todavía están aprendiendo el uno del otro y cómo estar en una relación a pesar de sus defectos. Esta visión madura del amor retrata a los adolescentes como jóvenes e inexpertos, pero también plenamente conscientes de que lo son, y esa voluntad de crecer y aprender es lo que hace que Hori y Miyamura tengan éxito, ambos plenamente dispuestos a crecer y cambiar para mantener su relación.
Ese crecimiento queda plasmado también en la historia, ya que Miyamura es capaz de dejar de lado el rencor y tener más confianza en su relación, mientras que Hori reconoce sus tendencias a ser mandona y egocéntrica, lo que significa que se ha dado cuenta de que es un área problemática en la que hay que trabajar. El hecho de que ambos también se den valor para hablar de sí mismos apunta a una futura relación en la que los aspectos negativos de su relación puedan ser hablados con racionalidad.
Aunque no todos los aspectos de la relación de Hori y Miyamura son ideales, eso no impide que estos jóvenes amantes sean un ejemplo bien escrito de romance adolescente. Ambos están en su primera relación romántica seria, pero tienen una comprensión matizada de la naturaleza cambiante del amor y de querer a alguien más allá de las apariencias. Los celos y el maltrato físico son aspectos preocupantes, pero si se comparan con los aspectos positivos de la relación, especialmente la forma en que ambos aprenden a superar los conflictos, nada indica que Hori y Miyamura no vayan a seguir manteniendo una relación feliz y amorosa durante el resto de sus vidas. Los dos son un ejemplo de amor juvenil hecho en su mayor parte bien y consiguen ser realistas en el proceso, estableciendo un alto estándar para la próxima comedia romántica de éxito que llegue.